Todos creamos bloques porque consideramos inseguro el mundo.
Los creamos según pautas que
implican a todo nuestro sistema energético. Este sistema ha
sido concebido para repeler, para
defendernos agresiva o pasivamente contra una fuerza que
llega del exterior. Está concebido para
demostrar poderío y, por tanto, asustar al agresor, o para
atraer una atención indirecta, sin que
queramos admitir que eso es lo que deseamos.
En la figura ofrezco ejemplos de los sistemas de defensa
energética que he observado. Estos
sistemas de defensa son empleados por el individuo cuando se
siente amenazado.
Con el «puercoespín» (generalmente de color gris blancuzco),
el aura de la persona se hace espinosa y dolorosa al tacto. Es un aura
punzante. En muchas ocasiones, al poner mi mano sobre alguien que no deseaba
ese contacto, he podido sentir las espinas que me atravesaban. La mayoría de
las personas responde a esta defensa con el distanciamiento.
En la forma de defensa de «retirada», la parte de la
conciencia y del aura que es amenazada se limita a abandonar el cuerpo, en
medio de una nube de energía azul claro. Los ojos presentan un aspecto
vidrioso, aunque el individuo aparenta estar escuchando con atención lo que le
decimos.
Todo ello es aplicable también a la persona que está «junto
a sí misma». Esta particular configuración tiene una duración más larga que la
retirada, que puede durar desde unos cuantos segundos a varios horas.
El estar «junto a uno mismo» suele durar más tiempo, quizá
días o incluso años. He visto
personas que estuvieron parcialmente fuera de sus cuerpos
durante años a causa de algún traumatismo o por una intervención quirúrgica
temprana.
En cierto caso, una joven fue operada a corazón abierto
cuando sólo contaba dos años. Tenía veintiuno cuando trabajé con ella para
ayudar a sus campos energéticos a asentarse con mayor firmeza en su cuerpo. Sus
cuerpos superiores se desconectaban parcialmente y flotaban por arriba y por
detrás de ella. Esta desconexión hizo que se desconectara también de sus
sentimientos.
La negativa verbal está asociada con una gran cantidad de
energía, por lo general amarilla, en la
cabeza, un severo bloqueo del cuello y un agotamiento de
energía en la mitad inferior, pálida e inmóvil.Para mantener su status quo, la
persona se mantiene verbalmente activa como para retener algún sentimiento de
estar viva. Este intercambio verbal mantiene el flujo de energía hacia su
cabeza.
La succión oral está íntimamente relacionada con la negación
verbal por el hecho de que resulta
efectiva para absorber energía de quienes están alrededor y
llenar así el propio campo de la persona, que usualmente es incapaz de obtener
esa energía del entorno natural que le rodea. Dicho de otro modo, la capacidad
de la persona resulta inadecuada para metabolizar el suministro de orgones
procedente de la atmósfera circundante, lo que la obliga a obtener energía
predigerida de otros. Puede detectarse esta forma de succión en la verborrea
insustancial y agotadora o en los ojos de "aspiradora "que presentan
algunas personas. Son seres a los que les encanta revolotear alrededor de los
demás creando en cierta forma de socialización.
Hay otros individuos que necesitan descargar un exceso de
energía (tipos masoquistas), y que son buenos compañeros de los succionadores
orales. Satisfacen mutuamente y bastante bien sus respectivas necesidades.
personas que tienen una estructura de carácter psicopático y se encuentran en
proceso de enfrentarse, por ejemplo, con un grupo de individuos. Tal situación
les hace sentirse muy amenazadas y forman un «gancho» sobre sus cabezas. Si las
cosas se enrarecen demasiado, lanzarán el «gancho», usualmente acompañado por
alguna expresión oral, contra quienes consideren presuntos agresores. Por otra
parte, cuando este tipo de persona quiere enfrentarse a alguien, puede que intente
sujetar al otro por la cabeza con la energía mental. Es posible que la persona
enfrentada quede retenida dentro del campo energético de su oponente hasta que
este último esté seguro de que su opinión se expresa y es aceptada como desea.
Este tipo de defensa/ofensa supone una gran amenaza para
quien la recibe, puesto que en apariencia se enfoca lógicamente a base de pasos
muy racionales que conducen a la conclusión «correcta», pero el mensaje que se
transmite «entre líneas» es que mejor será que se muestre conforme. Esta clase
de intercambio suele ir acompañada por la suposición inherente de que la
persona atacada es «mala» o está equivocada, mientras que el atacante es
«bueno» y tiene razón.
Los «tentáculos» son rezumantes, resbaladizos, silenciosos y
pesados. El sujeto, en su búsqueda de seguridad, lanza los tentáculos hacia el
plexo solar de alguien en un esfuerzo por captar y extraer toda su esencia para
devorarla. El individuo en cuestión está lleno de su propia esencia, pero no
sabe qué hacer con ella porque piensa que permitir que se desplace significa
humillarse. Así, se siente poseído por la desesperación e incluso pierde
contacto con su propia esencia. Puede que adopte durante algún tiempo una
actitud silenciosa, encerrándose en sí mismo. Entonces, los «tentáculos» actúan
sobre su propia esencia tirando de la persona hacia abajo. Esta silenciosa
meditación es, sin embargo, muy ruidosa a nivel energético. El sujeto se
mantiene ausente dentro de una habitación llena de gente que se divierte de
forma activa. Pronto se ve rodeado por personas que quieren ayudarle, e
inconscientemente, aunque con gracia e inteligencia, agradece a cada uno la
ayuda que le ofrece, les dice que no dará resultado y les pide otras
sugerencias. Y así prosigue el juego.
La persona tentaculada cree que necesita algo del exterior,
pero lo que realmente precisa es dar de sí. Puede que entonces pruebe con los
dardos verbales para provocar la ira de alguien. Estos dardos no sólo son
dolorosos oralmente, sino también energéticamente, y surcan el aire para herir
al receptor de manera muy precisa y efectiva. El arquero confía de forma
inconsciente en que así causará el dolor suficiente para hacer que estalle la
ira, lo que le dará una excusa para dar suelta a la suya propia y evitar así la
humillación. De esta forma premeditada, precisa, mental, intenta humillar al
otro y, al mismo tiempo, evitar sensaciones en la mitad inferior del cuerpo.
La persona que recurre a la «defensa histérica» responderá
encantada a las «flechas»; la respuesta
consistirá en una explosión. El tipo histérico explotará de
tal forma que chocará contra el campo de cada uno con relámpagos y explosiones
de color; es una furiosa y terrible eclosión de energía y caos que amenaza e
intimida a los otros. Su propósito es hacer que todo el mundo abandone la
habitación.
La persona que emplea la «retención dentro de límites»
escapa de la situación reforzando y engrosando sus límites para mantenerse
intocable. Por tanto, ¡el mensaje que envía es de superioridad!
Otro tipo de sujeto hace constar su supremacía con una
exhibición de fuerza de voluntad intensamente ordenada, bien controlada, que
explota hacia arriba y aclara su aura, de manera que no hay duda de «quién
manda aquí y con quién no se puede andar jugando».
Ejercicios para que el lector encuentre su principal
defensa.
Pruebe cada uno de estos sistemas de defensa. ¿Cuál es el
que utiliza usted? Pruébelos con un grupo de personas. Cada cual anda por la
habitación con alguno de los sistemas de defensa. ¿Está familiarizado con cada
uno de ellos? ¿Cuáles usa usted?
Probablemente se emplearán muchos más sistemas de defensa.
Sin duda, el lector puede pensar en otros (los que utiliza y los que emplean
sus amigos). Lo importante es recordar que todos los usamos, y que todos
estamos de acuerdo, de forma consciente o inconsciente, en interactuar
mutuamente con ellos.
Nadie está obligado a practicar estas interacciones; todas
ellas son voluntarias. En determinados niveles de nuestra personalidad incluso
disfrutamos a veces de estas interacciones.
Necesitamos no sentir temor cuando vemos en los demás los
sistemas de defensa. Siempre podemos elegir una respuesta tolerante, en vez de
defensiva.
Debemos recordar que siempre hay una razón que obliga a
alguien a defenderse, a proteger alguna parte vulnerable que desea mantener
controlada y oculta de otra persona, de sí mismo o de ambos.
La mayoría de estos sistemas se desarrollan en los primeros
años de vida, ya que el aura de un niño no está plenamente desarrollada, como
no lo está su cuerpo. Se desarrolla y atraviesa las fases de desarrollo del
individuo en crecimiento y, al hacerlo así, se clarifican las pautas básicas de
carácter que representan tanto energías como flaquezas.